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29 nov 2009

EL QUIJOTE. MAESE PEDRO Y SU "BOLA DE CRISTAL"















Después de unos días de descanso, y disfrutar de mis nietos que no los veía desde julio, y aprovechando que venían unos días de vacaciones a España, vuelvo y encuentro mi ordenador en letargo, sin querer arrancar. ¡Que pena no tener aquí a maese Pedro y a su mono para consultarle!
El día menos pensado lo estropeo del todo, pero después de tocar aquí y allá y he conseguido ponerlo en marcha.

Lectura del capítulo XXV -2ª parte del Quijote en La Acequia
.

"Hay raras habilidades perdidas en el mundo y que son mal empleadas en aquellos que no saben aprovecharse dellas"

"De las cosas pasadas dice mucho más que de las que están por venir, y aunque no todas veces aciertan en todas, en las más no yerra".

"El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho"

"A sólo Dios está reservado conocer los tiempos y los momentos, y para Él no hay pasado ni porvenir que todo es presente".

Frases del capítulo XXV, que, de no leerlo, tal vez no digan "nada" y que os animo a leer.

Cervantes refleja la picaresca de entonces para embaucar a los curiosos, y que continúa a pesar de haber transcurrido cuatro siglos.

20 nov 2009

DÍA UNIVERSAL DEL NIÑO

















Que nuestros niños nunca tengan que tomar esta opción.

"A la guerra me lleva
mi necesidad
si tuviera dinero
no fuera en verdad"

Cervantes: El Quijote: capítulo XXIV- 2ª parte

No os perdáis la lectura de el Quijote: capítulo XXIV-II parte, en La Acequia por Pedro Ojeda y tertulianos.

Foto: Internet

19 nov 2009

DON QUIJOTE Y SANCHO PANZA CAMINO DEL PALACIO REAL






Capítulo VI





Por fin caminaron hacia los Jardines del Moro. Según se acercaban, Sancho imaginaba, unas mesas llenas de manjares, con suculentos guisos y exquisitos postres. Trataron de acercarse al Palacio de Oriente buscando una entrada. Sancho se relamía. Su estómago vacío le hacía oler a..., imaginaba que iba a suceder como en las bodas de Camacho. Y un cocinero le diría: “...Hermano, este día no es de aquellos sobre quien tiene juridición el hambre. mirad si hay por ahí un cucharón, y espumad una gallina o dos, y buen provecho os hagan...”














Pero no fue así, al llegar a los aledaños del lugar, una multitud enorme era contenida por unas vallas. Sancho por más que estiraba su cuello no conseguía ver nada. Preguntaba a don Quijote si veía algo, pero don Quijote se defendía de los empujones y atropellos de la multitud que sólo quería ver la boda del príncipe .
De repente el murmullo de la multitud cesó. Sancho no podía dar crédito a lo que veía.















En una pantalla gigante, veía pasar la comitiva real camino a la Catedral de la Almudena. Mas tarde camino al Palacio Real. En el instante de la entrada de los reyes en el Palacio, la pantalla quedó en blanco.
—Debe ser obra de magos o encantadores –dijo Sancho.
Don Quijote no contestó, soñaba con su señora Dulcinea del Toboso.
La multitud se disolvió, y las calles recobraron su calma.
Al atardecer, de regreso a La Mancha, Sancho caminaba rezongando por no haber satisfecho su estómago. Don Quijote iba gozoso de su viaje a Madrid.
Hemos de volver Sancho. Aún quedan muchas cosas por ver.


Madrid. 22 de mayo de 2004

"Camina Sancho camina"

Fotos: Wikipedia

18 nov 2009

DON QUIJOTE SANCHO PANZA EMOCIONADOS






Capítulo V















Visitaron museos; el de las Armas, el museo del Prado, el Reina Sofía...
Si don Quijote disfrutó en el Museo de las Armas. Sancho enmudeció al contemplar una exposición de bodegones en el Museo del Prado. - ¡Cuanta comida en los cuadros y él con el estómago vacío! –refunfuñaba Sancho -, don Quijote le reprendía por no valorar más el arte.












Se acercaron hasta el retiro para descansar. Junto al estanque, Sancho miraba como echaban migas de pan a los peces, por un momento sintió deseos de arrojarse al agua. Don Quijote en cambio, miró la estatua ecuestre de Alfonso XII y quedó pensativo.
Según salían del Retiro hacia la Cuesta de Moyano, un grupo de jóvenes disfrutaban de un día de ocio. Unos disfrutaban con la lectura de un libro, otros charlaban, y una pareja tumbada en el césped, jugueteaban, se besaban y se hacían arrumacos. Don Quijote al verlos, confundido, y obsesionado por lo que había escuchado en el Parlamento, quiso arremeter contra el muchacho. Sancho le hizo comprender que eso era amor, no lo que imaginaba.















Caminaron hasta alcanzar la Glorieta de Carlos V, un grupo de personas se dirigían hacia la estación de Atocha. Don Quijote y Sancho se unieron a ellos, por ver en que deparaba aquello. Era espectacular. Miles de velas y flores componían un altar enorme en homenaje a los fallecidos por la barbarie.














¡Cómo lloraba Sancho al ver fotografías de jóvenes de la edad de sus hijos! Don Quijote impotente, contenía las lágrimas a duras penas.
Más tarde subieron por la calle Atocha, curiosamente se detuvieron ante una imprenta llamada Juan de la Cuesta. Desembocaron en la Puerta del Sol y alcanzaron la Plaza Mayor. Al ver otra estatua ecuestre, ésta, de Felipe III, don Quijote no pudo evitar imaginarse, él con Rocinante en una plaza similar.

Mayo del 2004

Fotos: Wikipedia

16 nov 2009

DON QUIJOTE Y SANCHO PANZA FRENTE A LOS JERONIMOS






Capítulo IV


















Frente a la puerta del monasterio San Jerónimo el Real, un grupo de personas; parte de ellos muy engalanados; las señoras, con trajes de seda salvaje, zapatos forrados a juego y pamela, y los caballeros con chaqué. El resto con trajes de lino o tergal, zapatos de piel vacuno y algún adornillo en el pelo, esperaban la llegada de la novia. Todos mantenían la compostura, pero distantes unos de otros. - Razón tenía mi mujer Teresa -, dijo Sancho a don Quijote -: “...casadla con su igual, que es lo más acertado; que si de los zuecos la sacáis a chapines y de saya parda de cartoceno a verdugado y saboyanas de seda, y de un Marica y un tú a una doña tal y señoría, no se ha de hallar la mochacha...”. En verdad que si, – dijo don Quijote -, a la vista está como andan cada uno con los suyos, como si no se conocieran.

Mayo del 2004

15 nov 2009

DON QUIJOTE Y SANCHO PANZA EN LA BIBLIOTECA NACIONAL







Capítulo III






Una vez en la calle, dos hombres jóvenes con unos objetos colgados al hombro y que de vez en cuando miraban a través de ellos, discutían desaforados, - según ellos por ocupar mejor posición. A unos metros, un individuo con uniforme y metralleta en mano, permanecía impertérrito ante la disputa. Sólo un grupo de personas, al parecer relacionadas con su gremio se acercaron a calmarlos.
En ese instante, don Quijote recordó a Sancho, la trifulca con los gallegos por culpa de los yangüeses.
Haciéndole ver, cómo cada uno lucha con los de su rango.














Bajaron hasta Neptuno. Caminaron por el Paseo del Prado hasta tomar el Paseo de Recoletos. Sancho caminaba junto a don Quijote embobado por la grandiosidad de los edificios, (el Banco de España, el Palacio de Comunicaciones...) la ciudad aparecía ante ellos engalanada, ¡llena de flores!

















Al llegar a la Biblioteca Nacional, don Quijote se paró en seco. ¡Lope de Vega, Quevedo, Calderón de la Barca, Cervantes...! ¡No podía pasar por alto aquel edificio! Creyó estar soñando al ver tanto libro. Miraba a un lado y a otro. Infinidad de títulos y escritores. Recorría los pasillos embelesado, cuando al mirar una estantería..., casi desfallece al ver; “Amadís de Gaula”, “Don Olivante de Laura” de Antonio de Torquemada, “Bernardo del Carpio” de Agustín Alonso, “La Diana” de Jorge de Montemayor, “ Don Belianís” del sabio Fristón... Al llegar a don Belianis, montó en cólera. -¡Éste! ¡Éste fue el culpable! Gritó. Ese sabio Frestón o Fristón se trajo mis libros aquí.
Sancho no entendía nada y trató de calmarle. Observó que nadie hablaba en alto, como mucho, susurraba.
Don Quijote recordó su promesa de comportarse y siguió contemplando aquel tesoro. Pues para él, aquel edificio era un tesoro incalculable. Asentía las palabras del parlamento al fomentar la cultura. Aquellos libros habían sido escritos para el mundo y el mundo debía leerlos.
De no haber sido por las prisas de Sancho, don Quijote no hubiese salido de allí.

Camina Sancho camina
Mayo del 2004

Fotos: Wikipedia

14 nov 2009

DON QUIJOTE Y SANCHO PANZA EN EL CONGRESO







Capítulo II






Después de mucho trasiego alcanzaron la salida a Carretas, caminaron por la Carrera de San Jerónimo hasta la Plaza de las Cortes. Un revuelo de personas con unos artilugios colgados del hombro se movían de un lado a otro, merodeando el Congreso de los Diputados.














Con una serie de artimañas lograron alcanzar el hemiciclo. Aquello era un galimatías, se echaban en cara unos a otros, asuntos en los que no estaban de acuerdo. Prometían al pueblo solventar sus necesidades, Se daban consejos para gobernar mejor. Sancho recordó los consejos que don Quijote le dio cuando tomó la Ínsula Barataria. “...jamás te pongas a disputar de linajes, a lo menos comparándoles entre si, pues por fuerza en los que se comparan uno ha de ser el mejor, y del que abatieres serás aborrecido, y del que levantares en ninguna manera premiado...” “...si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva sino con el de la misericordia...” “...al que has de castigar con obras no trates mal con palabras pues le basta al desdichado la pena del suplicio sin la añadidura de las malas razones...”
Observaba Sancho como promulgaban las buenas intenciones de sus promesas. Pero también percibía en ellos, un cierto interés por permanecer o llegar al poder. Ya se lo advirtió el duque: “...si una vez lo probáis, Sancho, comeros heis las manos tras el gobierno, por ser dulcísima cosa el mandar y ser obedecido...”
¡Que bien trajeados iban todos! Recordó las palabras del duque: “...los trajes se han de acomodar con el oficio y dignidad que se profesa, que no sería bien que un jurisperito se vistiese como un soldado, ni un soldado como un sacerdote...”
Atento estaba don Quijote a todo lo que decían, cuando empezaron a hablar de una guerra. Sujetando su lanza con firmeza, se puso en guardia mirando a todas partes. Uno subía al estrado y decía: hay que acabar con este asunto cuanto antes.... A continuación subía un oponente y recriminando las palabras de su antecesor opinaba lo contrario. Don Quijote no salía de su asombro. ¡Cómo podían hablar de una guerra y continuar todos tan sosegados en sus escaños !.
Sancho palideció, al pensar en su mujer Teresa y su hija Maria Sancha, cuando hablaron de atajar la violencia de género, desconocía que esa vileza por parte del hombre, se llamase así. La idea de que algún desaprensivo les hiciese daño, le sobrecogió.
Aunque él no era partidario de maquinaciones pero si meollos, observaba, como dialogaban y a la vez miraban y colocaban con tesón unas hojas de papel.
¡Qué sabio su amo cuando le aconsejó: “...muchas veces conviene y es necesario, por la autoridad del oficio, ir contra la humildad del corazón...”. O, “...mira y remira, pasa y repasa los consejos y documentos que te di...”
Don Quijote no cabía en sí de gozo, cuando uno de ellos, con gran ahínco decía: ...hay que potenciar el arte y la cultura. En la cultura está el progreso y la libertad de un país... ...un país sin cultura no es libre.... Un gran aplauso inundó el hemiciclo y don Quijote sin querer se emocionó.
Su sorpresa fue, cuando al cabo de unas horas uno de ellos mencionó a Cervantes y a continuación pronunció sus nombres. Don Quijote y Sancho Panza palidecieron. ¡Si nunca habían estado en Madrid! ¿Cómo sabían de ellos? Sancho asustado logró sacar a su amo a empujones antes que sucediera algo irreparable...

Mayo del 2004

Fotos: El País. Wikipedia

No os perdáis la lectura y comentarios de la Acequia (capitulo 23. 2ª parte)

12 nov 2009

DON QUIJOTE Y SANCHO POR MADRID








VIAJE PENDIENTE


Capítulo I







Aún no habían despuntado los rayos del alba, cuando don Quijote y Sancho Panza pisaban la ciudad de Madrid. Sancho refunfuñaba por haber madrugado tanto, don Quijote le hacía ver una vez más: quien no madruga, no disfruta de la vida.
El motivo que a cada uno les llevaba a la ciudad era distinto; Sancho Panza recordaba las bodas de Camacho, los preparativos que precedían la boda; ollas enormes llenas de carne, capones, gallinas desplumadas para hacer caldo...; y no quería perderse la boda real que acontecía en Madrid. En cambio a don Quijote le interesaba lo que se debatía en el parlamento.













No salían de su asombro; por los edificios tan altos, por la multitud de transeúntes y la aglomeración de todo tipo de vehículos, a pesar de la hora temprana.
Nunca estuvo Sancho tan apegado a don Quijote. Tal vez por miedo a perderse. En el campo era distinto, podía retirarse de su amo una legua que aún podían verse. Pero aquí era diferente, si se escabullía entre la multitud, ¿a quien preguntaría don Quijote? – pensaba Sancho -, si nadie los conocía.

Don Quijote se percató de la extrema vigilancia que existía en la ciudad, observó como coches de policías patrullaban las calles, y agentes dirigían el tráfico. Sancho le aconsejó ser cauto y no intervenir, viese lo que viese.
Preguntaron por la dirección a la que deseaban llegar. Le aconsejaron coger el metro por encontrarse retirado.













Sancho al ver aquel boquete inmenso en el suelo (eso sí, con escaleras) advirtió a don Quijote recapacitase, no fuese como la cueva de Montesinos, pues él no estaba dispuesto a quedar atrapado y encantado, bien por el sabio Merlín u otro encantador de esta ciudad, y quien sabe si a perder el corazón como Durandarte. Don Quijote hizo oídos sordos a sus súplicas y bajó las escaleras muy decidido, Sancho le siguió refunfuñando.
En el andén, don Quijote se alertó al divisar los faros del tren, confundiéndolos con los ojos de un gran gigante. Sancho al verlo, agarrado a una papelera, del temblor de piernas, apenas se tenía en pie.
Cuando el tren paró y abrió sus puertas, la gente salió como “grajos cuervos y murciélagos”, don Quijote quiso arremeter contra ellos. Pero estos, acostumbrados a empujones hacían caso omiso, es más, se sonreían al verlos de la guisa que llevaban.
Al ver como otros entraban en los vagones, ellos hicieron lo mismo. Se acomodaron expectantes a todo lo que ocurría.

















Al llegar a Sol, la mayoría del personal se bajó, ellos se bajaron también. ¡Jamás habían visto tal laberinto de túneles, subidas y bajadas!
En su corto entender, Sancho observó que en todos los rótulos ponía Sol.
—Señor –dijo Sancho- ¿No debíamos bajarnos en un lugar llamado opera o sopera?
—Ópera dirás –dijo don Quijote -, no se como te arreglas para asociar todo con la comida.
—Tal vez sea señor, que no hemos comido desde ayer, e imagino el banquete de la boda...- Calla Sancho, centrémonos para salir de esta maraña. Hemos de acudir a otro acto.


Continuará
Madrid. 22 de mayo de 2004


No os perdáis la lectura y comentarios de la Acequia (capitulo 22. 2ª parte)

6 nov 2009

MIRE DONDE MIRE
















"Si alguien ama a una flor de la que sólo existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…"

Saint-Exupéry "El principito"

Sólo sé, que mire donde mire, la veo a ella


No os perdáis la lectura del Quijote en La Acequia(Pedro Ojeda escudero); (Cap 22-2ª parte) junto a los comentarios correspondientes dignos de recrearse en ellos.

3 nov 2009

REFLEXIÓN














"El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante"
Saint-Exupéry