19 de octubre de 1868
Cómo pasa el tiempo,
-se decía la peseta-
Aún recuerdo aquel día.
Un diecinueve de octubre
acuñaronme en plata.
Me nombraban como “pela”
“rubia” en la república.
Pero todos coincidían en
la atracción de la moneda.
Pero llegó un “señor”
devaluando mi presencia.
Vistiéndome de una mezcla
que, aunque no era de plata
seguía siendo peseta.
También vestí de papel
luciendo a un marqués,
y lucí a Don Quijote
un manchego universal.
Más tarde, la transición.
Con ella, la Realeza.
Dibujando en mí, su cara.
¡Qué orgullosa la peseta!
Pero unos años más tarde
mi figura se encogió,
me vistieron de aluminio,
mi peso disminuyó.
Poco a poco fui observando
desprecio por todas partes.
Si me caía al suelo…
¡Nadie se dignó a agacharse¡
¡A veces! Un viejecillo
añorando mi valor,
se agachaba torpemente
guardándome en su pantalón.
Hace años que no existo,
el euro me suplantó.
Aquellos que me tiraban
ahora..., reconocen mi valor.
Kety Morales