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8 oct 2010

DON QUIJOTE SE DESPIDE DE LOS DUQUES

Lectura del Quijote en La Acequia: Capítulo LXX 2ª parte

“Que sigue al de sesenta y nueve y trata de cosas no escusadas para la claridad desta historia”







(Don Quijote.
Ilustración Alaminos)









I

Sancho hubiera deseado
Dormir solo en una choza
A tener que compartir
con su amo la carriola.

Se temía Sancho Panza,
al dormir con don Quijote
Le acosaría en preguntas
O insistiese en los azotes

-Sancho, ¿qué opinas deste suceso?
Como habrás comprobado
A Altisidora ha llevado
Sin saetas ni espadas,
A la muerte, el desdén de mi amor.

-Enhorabuena ella muera,
-dijo Sancho-.
Pues yo, no la enamoré.
Tampoco la desdeñé.
Tal vez por eso reniegue
Sus antojos y caprichos.
Y los martirios que pasé.

Al verle tan enojado
don Quijote respondió:
-Sancho amigo, duerme,
Que tras los alfilerazos
Y mamonas recibidas
Bien lo tienes merecido.

-Señor ¡No me hable de mamonas!
Por recibirlas de dueñas
No hay para mi afrenta
Que me pueda doler más.

Y déjeme descansar
“Porque el sueño es alivio
De las miserias, de los que
las tienen despiertos”

-Así sea, y Dios te acompañe
Dijo don Quijote
Durmiéndose a la vez.

II

Cuenta Cide Hamete
Autor de esta historia:
Vencido Sansón Carrasco,
Quien informa a los duques
De las chanzas anteriores;
El Caballero de los espejos.
El de la Blanca Luna.
Dulcinea Encantada
La carta de Teresa Panza
Y el vecino Tomé Cecial.

Urdieron la nueva trama
Atrapando a don Quijote
Y su escudero Sancho Panza
Para poderse burlar.

Cide Hamete añade más:
Si tonto y loco es el burlado,
el burlador, lo es más.

III

Sancho duerme a sueño suelto.
Mientras tanto don Quijote
Da rienda a sus pensamientos.
Hasta amanecer el día.


De nuevo Altisidora
En complot con sus señores
Coronada con guirnaldas
Vestida, de tafetán níveo
Sembrada de flores de oro.
En un báculo sentada
de fino ébano negro.
Entra en el aposento
que don Quijote se halla .


Don Quijote, al verla aparecer
Turbado y muy confuso
cubriéndose hasta las cejas
no sabe qué responder

Sin embargo Altisidora
Se acercó a su cabecera.
Sentándose en una silla,
después de un gran suspiro
con voz tierna comenzó:

-Si mujeres principales
y recatadas doncellas
airean sus sentimientos,
en estrecho término se hallan.

Es por eso, Don Quijote de la mancha
Yo, soy una de ellas,
vencida y enamorada
a la vez, sufrida y honesta.
Que por ser un tanto así,
casi la vida perdí.

¡Oh, más duro que mármol,
empedernido caballero!

De no ser por su escudero
aún, seguiría allí.

- Si es así - preguntó Sancho-:
¿En el otro mundo, qué vio?
¿Hay infierno en la otra vida?
Según he oído decir,
quien muere desesperado
al infierno ha de ir.

-No debí morir del todo.
Contestó Altisidora
Porque de haber sido así.
no volvería a salir.
En la puerta del infierno observé
unos cuantos diablillos
en calzas y en jubón.
En las manos artilugios
como unas palas de fuego
jugando a la pelota,
pero en lugar de pelota,
cosa maravillosa,
jugaban con unos libros,
llenos de viento y borra,

Perdedores y ganadores
ninguno se alegraba.
Todos, todos se maldecían,
gruñían y regañaban.

-Normal – dijo Sancho-.
entre diablos, jueguen,
pierdan o ganen...
nunca, contentos estén.

-Una cosa que me admira
-dijo Altisidora-.
Digo, que me admiró.
De un voleo, un libro,
flamante encuadernado.
de un papirotazo,
sus tripas le arrancaron
y sus hojas por el suelo esparció

Un diablo a otro dijo:
-¡Mirad qué libro es ese!
El diablo respondió:
“La Segunda parte de la historia
Don Quijote de la Mancha”
No escrita por Cide Hamete
Sino, por un tal aragonés
natural de Tordesillas.

-¡Metedle en los abismos del infierno!
¡Que no lo vean mis ojos!
- Tan malo es, -contestó otro-.
¡Peor, no podría ser!

-Es tanto amor el que siento
Por mi señor don Quijote
Que retuve en mi memoria
Los gritos de aquella acción.

- No hay otro yo en el mundo
-dijo don Quijote-.
Ni soy, de quien esa historia trata.
Que de mano en mano va.

No me altero al oír que me hallo
en las tinieblas del abismo
ni por la claridad de la tierra.
Si la historia de la que hablan
fuere fiel y verdadera
siglos de vida tendrá.
Si acaso fuere tan mala:
de su parto a la sepultura
corto el camino será.

IV

-Señora, cuantas veces habré dicho
el pesar que me produce
que hayáis colocado en mi
vuestros libres pensamientos.
Es tanto el desengaño
que debéis sufrir por mí
por vuestra honestidad
os ruego que desistáis.

Los hados si los hubiera
me dedicaron a ella.
No hay ninguna Hermosura
comparada a mi señora
Dulcinea del Toboso.

Altisidora enojada
Contesta a viva voz:

“¡Vive el señor bacallao!
¡Alma de almirez!
Si arremeto contra vos,
os tengo de sacar los ojos.
¿Pensáis acaso, don vencido
y a palos molido, que yo,
me he muerto por vos?

Todo lo que en el patio vio,
¡Todo!, ha sido fingido.
No soy mujer que se muera,
y menos, por un desvalido.

-Eso también creo yo
-Dijo Sancho-.
Que de amor, nadie se muere.
Una cosa es decir, y otra,
lo que se hiciere

V

A la plática de ellos
se añadió el cantor
con una reverencia dijo:
-Vuestra merced caballero
me tenga entre sus mercedes
por ser un aficionado
a su fama y sus hazañas.

-Si he de corresponderle
-dijo don Quijote-
Con toda mi cortesía
dígame antes quien es.

El mozo le contestó:
El cantor que en el patio
a Altisidoa entonó.

-Vuestra merced,
tiene extremada voz.
Pero, ¿Qué tiene que ver
Garcilaso de la Vega
con lo que allí ocurrió?
El músico respondió:
- No se extrañe señor.
Entre los muchos poetas
intonsos de mi edad.
“Escriben como quisieren,
Y hurte de quien quisiere”
Venga, a pelo o no.

VI

Interrumpieron la estancia
el duque y la duquesa
disfrutando larga plática;
Sancho, con sus donaires,
malicias y agudezas.

Don Quijote pide al duque
para marchar, su licencia.
Por así considerar
que un caballero vencido
en zahúrda ha de habitar
y no, en palacios o castillos.

La duquesa insistió
preguntando a don Quijote
de Altisidora guardaba
sus gracias, y sus amores.

-Los males de esta doncella
-aconsejó don Quijote-.
Nacen de la ociosidad.
Ocúpela en las randas.
Que, en moviendo los bolillos.
su imaginación no moverá.


-No he visto en toda mi vida
-Añadió Sancho-.
Randera, que por amor haya muerto.
Pues ponen su pensamiento
en acabar su tarea, que pensar en el amor.

Y lo digo con razón.
Que mientras estoy cavando
no me acuerdo ni de oislo
de mi mujer Teresa Panza
es, lo que más quiero yo.

-Así lo haré, la duquesa afirmó.
-No hay para qué señora
-contestó Altisidora-.
Todas las crueldades
que este malandrín causó.
borraré de mi memoria.

-“Por aquel que dice injurias
Cerca está de perdonar”
-Añadió el duque-.

Fingiendo Altisidora
unas lágrimas limpiarse
haciendo una reverencia
del aposento salió.

-Mándote, - dijo Sancho-.
Mala ventura, alma de esparto
de encina el corazón.
“¡A fe, que si la hubieras conmigo,
otro gallo te cantara!”

Don Quijote se vistió, y
tras comer con los duques,
aquella tarde partió.


“El Quijote en verso”
Kety Morales

2/9/2010