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14 nov 2009

DON QUIJOTE Y SANCHO PANZA EN EL CONGRESO







Capítulo II






Después de mucho trasiego alcanzaron la salida a Carretas, caminaron por la Carrera de San Jerónimo hasta la Plaza de las Cortes. Un revuelo de personas con unos artilugios colgados del hombro se movían de un lado a otro, merodeando el Congreso de los Diputados.














Con una serie de artimañas lograron alcanzar el hemiciclo. Aquello era un galimatías, se echaban en cara unos a otros, asuntos en los que no estaban de acuerdo. Prometían al pueblo solventar sus necesidades, Se daban consejos para gobernar mejor. Sancho recordó los consejos que don Quijote le dio cuando tomó la Ínsula Barataria. “...jamás te pongas a disputar de linajes, a lo menos comparándoles entre si, pues por fuerza en los que se comparan uno ha de ser el mejor, y del que abatieres serás aborrecido, y del que levantares en ninguna manera premiado...” “...si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva sino con el de la misericordia...” “...al que has de castigar con obras no trates mal con palabras pues le basta al desdichado la pena del suplicio sin la añadidura de las malas razones...”
Observaba Sancho como promulgaban las buenas intenciones de sus promesas. Pero también percibía en ellos, un cierto interés por permanecer o llegar al poder. Ya se lo advirtió el duque: “...si una vez lo probáis, Sancho, comeros heis las manos tras el gobierno, por ser dulcísima cosa el mandar y ser obedecido...”
¡Que bien trajeados iban todos! Recordó las palabras del duque: “...los trajes se han de acomodar con el oficio y dignidad que se profesa, que no sería bien que un jurisperito se vistiese como un soldado, ni un soldado como un sacerdote...”
Atento estaba don Quijote a todo lo que decían, cuando empezaron a hablar de una guerra. Sujetando su lanza con firmeza, se puso en guardia mirando a todas partes. Uno subía al estrado y decía: hay que acabar con este asunto cuanto antes.... A continuación subía un oponente y recriminando las palabras de su antecesor opinaba lo contrario. Don Quijote no salía de su asombro. ¡Cómo podían hablar de una guerra y continuar todos tan sosegados en sus escaños !.
Sancho palideció, al pensar en su mujer Teresa y su hija Maria Sancha, cuando hablaron de atajar la violencia de género, desconocía que esa vileza por parte del hombre, se llamase así. La idea de que algún desaprensivo les hiciese daño, le sobrecogió.
Aunque él no era partidario de maquinaciones pero si meollos, observaba, como dialogaban y a la vez miraban y colocaban con tesón unas hojas de papel.
¡Qué sabio su amo cuando le aconsejó: “...muchas veces conviene y es necesario, por la autoridad del oficio, ir contra la humildad del corazón...”. O, “...mira y remira, pasa y repasa los consejos y documentos que te di...”
Don Quijote no cabía en sí de gozo, cuando uno de ellos, con gran ahínco decía: ...hay que potenciar el arte y la cultura. En la cultura está el progreso y la libertad de un país... ...un país sin cultura no es libre.... Un gran aplauso inundó el hemiciclo y don Quijote sin querer se emocionó.
Su sorpresa fue, cuando al cabo de unas horas uno de ellos mencionó a Cervantes y a continuación pronunció sus nombres. Don Quijote y Sancho Panza palidecieron. ¡Si nunca habían estado en Madrid! ¿Cómo sabían de ellos? Sancho asustado logró sacar a su amo a empujones antes que sucediera algo irreparable...

Mayo del 2004

Fotos: El País. Wikipedia

No os perdáis la lectura y comentarios de la Acequia (capitulo 23. 2ª parte)