Lectura del Quijote, en La Acequia. Capítulo LXXII 2ª parte
“De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea”
I
Don Quijote y Sancho Panza
En el mesón esperaban
a que llegase la noche.
Sancho, por acabar
su tarea de azotarse
Don Quijote, ver su deseo cumplido.
Un caballero a caballo
al mesón se presentó
Con tres o cuatro criados,
uno de ellos habló:
Señor, don Álvaro Tarfe,
la siesta puede pasar
La posada está muy limpia,
y fresca, para poder descansar.
II
-Sancho, creo recordar
en hojas de nuestra historia.
de pasada haber leído
el nombre de este señor.
-No se preocupe señor,
dejémosle apear
Ya me ocuparé yo,
su nombre averiguar.
Se apeó el caballero.
Una sala enjaezada
con sargas también pintadas,
lindando con don Quijote
la huéspeda le ofreció
III
Don Quijote paseaba
por el portal del mesón
Acercándose a él,
don Álvaro preguntó:
- Vuestra merced, gentilhombre,
¿A dónde bueno camina?
-A una aldea señor,
que cerca de aquí está.
De donde soy natural.
¿Y vos, a dónde camina?
-Yo señor, me dirijo a mi patria que es Granada.
-¡Buena patria! Exclamó don Quijote.
Pero dígame su nombre.
-Don Álvaro Tarfe,
respondió el caballero
-Aquel don Álvaro Tarfe
¿El mismo que anda impreso,
en la segunda parte de
Don Quijote de la Mancha.
Dada a luz por un escritor moderno?
-El mismo, amigo del personaje
principal de la historia.
Llamado don Quijote de la Mancha.
Yo, le invité a Zaragoza,
le presenté amistades,
y evité, palmease el verdugo sus espaldas
por ser, bastante atrevido.
-Dígame ¿Me parezco yo en algo
a ese tal don Quijote
que dice vuestra merced?
-De ninguna manera,
respondió el señor.
-Don Quijote al que alude,
¿Le acompañaba un escudero
llamado Sancho Panza?
-Ya lo creo que traía,
con fama de ser gracioso
Aunque he de confesarle,
que nunca le escuché.
Eso creo yo también
–respondió Sancho-.
El Sancho que nombra usted,
pertenece a un bellaco.
Yo soy, el verdadero Sancho,
con más gracias que llovidas,
y si anda tras de mí, verá,
se me caen a cada paso,
logrando hacer reír
a quien quiere escuchar.
Y el verdadero don Quijote de la Mancha;
El famoso, el enamorado
El valiente, el discreto.
El desfacedor de agravios
Tutor, de huérfanos y pupilos
El que ampara a las viudas
El matador de doncellas
El que siempre fuere fiel
a la sin par Dulcinea del Toboso.
Es este, aquí presente
Y cualquier otro Quijote
u otro Sancho Panza hubiere
es cosa de sueño y de burlería.
- Por Dios, que así lo creo yo
Que en cuatro razones dichas
habéis soltado más gracias
Que el Sancho que digo yo.
- Pues tenía, más de tonto que gracioso
De comilón, más que de bien hablado.
Y no me cabe la duda
de que un encantador
que persigue a don Quijote
y me persigue a mí.
Lo dejó en Casa de Nuncio
para que se cure bien.
IV
- Quiero que sepa señor, no sé,
si soy bueno o soy malo
Una cosa le diré,
a Zaragoza nunca llegué,
por no descubrir mentiras.
A Barcelona marché;
Archivo de cortesía
Albergues de extranjeros.
Hospital para los pobres
Patria de los valientes
Venganza de ofendidos
Gratitud de amistades.
Lugar, de belleza única.
Y aunque sufrí pesadumbres
con mucho gusto los llevo
Sólo por haberla contemplado.
Señor don Álvaro Tarfe,
Soy, el que tiene tanta fama
Y no, ese desventurado
que quiere usurpar mi nombre
Y con mis pensamientos honrarse.
Suplico a vuestra merced,
declare ante el alcalde.
No somos los personajes
impresos, en la segunda parte
de ese tal aragonés
- De buena gana lo haré
–don Álvaro respondió-
Pues causa admiración,
ver, dos Sanchos y dos Quijotes
conformes y diferentes.
Afirmaré, no haber visto ni oído,
lo que aquí he visto yo.
-Vuestra merced –dijo Sancho-.
Debe de estar encantado al igual que Dulcinea
Y si es así, tres mil azotes me diera.
Y sin ningún interés.
- No entiendo, de azotazos
–dijo don Álvaro-
-Muy largo es de contar
–Sancho le respondió.
V
Don Álvaro y don Quijote
comían juntos los dos.
Cuando en el mesón entró,
el alcalde de ese pueblo
Junto a un escribano,
haciendo una petición:
Reconociese don Álvaro,
el Quijote que se hallaba
No era el don Quijote
impreso de Avellaneda
Natural de Tordesilla,
historia intitulada.
Quedando así la acción,
Jurídicamente plasmada.
Como debía hacerse,
Quedándose complacidos
don Quijote y Sancho Panza
Don Álvaro y don Quijote
Mostrándose cortesías,
En las cuales el manchego
mostraba su discreción.
Desengañando a don Álvaro
y creyera en su error.
Debía estar encantado.
por saludar a dos contrarios
Quijotes y Sancho Panzas
VI
A la hora de la tarde
don Álvaro y don Quijote
Del mesón, se disponían
regresar a su lugar.
En el camino andado,
don Quijote le ha contado
El caso de Dulcinea,
y su triste vencimiento.
Y a unas leguas caminadas,
Ambos se han de separar.
Admirándose don Álvaro,
De tanta cordialidad
Despidiéndose al final.
VII
Don Quijote y Sancho Panza
prosiguieron su camino.
Descansando en la noche,
entre una gran arboleda
donde Sancho Panza pueda,
cumplir con su penitencia.
Embaucado don Quijote
Controlaba los azotes
Hasta contar los tres mil
antes de asomar el sol.
VIII
Prosiguiendo su camino,
platicando como amigos
Lo bien que había acabado
dicha declaración.
Caminaron día y noche
sin nada de que hablar.
Sancho, finalizó su tarea.
Don Quijote, anhelando
que llegase el nuevo día
y ver a su Dulcinea, que,
Por muchas mujeres viera,
seguro, distinguiría.
IX
Con estos pensamientos
y deseos caminaban
Al llegar a una loma,
Divisaron su aldea.
Hincándose de rodillas,
Sancho Panza exclamó:
- ¡Deseada patria!
Abre los ojos y mira
A tu hijo Sancho Panza,
De nuevo regresa a ti,
Si no, muy rico, bien azotado.
Extiende también tus brazos
a tu hijo don Quijote.
Si acaso viene vencido
por intrusos forasteros
Viene también
orgulloso de sí mismo.
Según me ha confesado
Su mayor vencimiento es:
“Dineros llevo, porque,
si buenos azotes me daban
Bien caballero me iba”.
-¡Déjate de sandeces!
Dijo don Quijote
Pongamos el pie derecho
y entremos en nuestra aldea.
Demos vado a nuestro sueño.
Haciendo vida pastoral
cómo un día, planteamos
y lograr ejercitar.
Y con esta reflexión,
Caminaron cuesta abajo.
Alcanzando su aldea
Como un sueño final.
Kety Morales
“El Quijote en verso”
9/10/2010