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2 oct 2007

CAROLINA CORONADO







LA LUNA ES UNA AUSENCIA







Y tú, ¿quién eres de la noche errante
aparición que pasas silenciosa,
cruzando los espacios ondulante
tras los vapores de la nube acuosa?
negra la tierra, triste el firmamento,
ciegos mis ojos sin tu luz estaban,
y suspirando entre el oscuro viento
tenebrosos espíritus vagaban.
yo te aguardaba, y cuando vi tus rojos
perfiles asomar con lenta calma,
como tu rayo descendió a mis ojos,
tierna alegría descendió a mi alma.
¿Y a mis ruegos acudes perezosa
cuando amoroso el corazón te ansía?
Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa
hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!


Carolina Coronado. Almendralejo-Extremadura (1820-1911), a pesar de ser educada en la costura y labores del hogar, como era costumbre en su época, desde niña destacaba su inclinación por la poesía. Logró publicar con diecinueve años su primer poema y, en 1843, su primer libro de Poesías. Resaltaba su visión del hombre como fuerza destructiva y de la condición femenina oprimida, en títulos tan significativos como El marido verdugo.
Esforzándose por hacerse oír en su sociedad, Carolina protegió un grupo de mujeres que quisieron probar fortuna en la poesía, como Vicenta García Miranda

Espronceda le dedicó un poema:

Dicen que tienes trece primaveras
y eres portento de hermosura ya,
y que en tus grandes ojos reverberas
la lumbre de los astros inmortal.
Juro a tus plantas que insensato he sido
de placer en placer corriendo en pos,
cuando en el mismo valle hemos nacido,
niña gentil, para adorarnos, dos.
Torrentes brota de armonía el alma;
huyamos a los bosques a cantar.
Dénos la sombra tu inocente palma,
y reposo tu virgen soledad.
Mas ¡ay! perdona virginal capullo,
cierra tu cáliz a mi loco amor.
Que nacimos de un aura al mismo arrullo,
para ser, yo el insecto, tú la flor.