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Edvard Munch. |
Apoyado en la barandilla del puente,
observa el vacío que refleja su alma.
Un tímido lamento se le escapa,
tiene miedo darle la espalda y seguir
escuchando su eco.
Así, permaneció horas y horas,
hasta que el eco, se fue diluyendo.
© Kety Morales Argudo
Una mirada al atardecer