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Edvard Munch. |
Apoyado en la barandilla del puente,
observa el vacío que refleja su alma.
Un tímido lamento se le escapa,
tiene miedo darle la espalda y seguir
escuchando su eco.
Así, permaneció horas y horas,
hasta que el eco, se fue diluyendo.
© Kety Morales Argudo
Una mirada al atardecer
4 comentarios:
Kety, también tu poema me llega a la fibra sensible. ¿Quién no ha tenido un vacío y ha escuchado su eco? Por fortuna el pasar del tiempo hace que ese vacío no permanezca.
Besos
Hola Kety!
El Eco al igual que la sombra nos acompañan en los buenos y malos momentos, pero de todos debemos sacar los mejor de ellos.
Un abrazo.
Rosa.
El eco de nuestros sentimientos nos acompaña, como al del cuadro. Buena glosa. Besos Kety.
La clave esta en "su eco" nuestro eco es tal vez el más temido.
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