Concurso:-Mª Jesús- Paradeladecoles
El sol se filtraba por las rendijas de la persiana ofreciendo un nuevo día. Esteban, pensativo e inmóvil, abrió los ojos, dio media vuelta en la cama desperezándose para mirar la hora que marcaba el reloj de la mesilla de noche. Por un momento quedó dubitativo. .
Tal vez desorientado ante una nueva etapa. Etapa que siempre había soñado, y sin embargo, ahora se sentía fuera de lugar; las prisas por levantarse, asearse, y desayunar mirando el reloj para no llegar tarde a su puesto de trabajo. Todo era pasado y ahora tenía que plantearse ocupar las horas vacantes.
Terminó el desayuno. Como de costumbre salió a la calle, con inercia sus pasos le llevaron a dónde tantos años había dedicado gran parte de su vida.
Se cruzó con grupos de chavales con sus mochilas a la espalda hablando entre ellos de sus proyectos, de su futuro, un futuro incierto, si, pero su futuro, y sintió nostalgia retrocediendo a su juventud. ¡Cuántos años de aquello! –pensó-.
De soslayo miró los coches aparcados junto al edificio, posiblemente uno de ellos sería del profesor que ocupaba su puesto, seguramente, sería un joven como cuando llegó él por vez primera, y halló el aula vacía, y sintió desasosiego y más tarde satisfacción al ver como jóvenes llenos de inquietud ocupaban sus sillas e impacientes esperaban con un silencio sepulcral, comenzase con la lección diaria. Pero no todo eran recuerdos gratos, un regusto de amargura le inundó al recordar a un grupo de indolentes que se resistían a aprender para el día de mañana.
El sol se filtraba por las rendijas de la persiana ofreciendo un nuevo día. Esteban, pensativo e inmóvil, abrió los ojos, dio media vuelta en la cama desperezándose para mirar la hora que marcaba el reloj de la mesilla de noche. Por un momento quedó dubitativo. .
Tal vez desorientado ante una nueva etapa. Etapa que siempre había soñado, y sin embargo, ahora se sentía fuera de lugar; las prisas por levantarse, asearse, y desayunar mirando el reloj para no llegar tarde a su puesto de trabajo. Todo era pasado y ahora tenía que plantearse ocupar las horas vacantes.
Terminó el desayuno. Como de costumbre salió a la calle, con inercia sus pasos le llevaron a dónde tantos años había dedicado gran parte de su vida.
Se cruzó con grupos de chavales con sus mochilas a la espalda hablando entre ellos de sus proyectos, de su futuro, un futuro incierto, si, pero su futuro, y sintió nostalgia retrocediendo a su juventud. ¡Cuántos años de aquello! –pensó-.
De soslayo miró los coches aparcados junto al edificio, posiblemente uno de ellos sería del profesor que ocupaba su puesto, seguramente, sería un joven como cuando llegó él por vez primera, y halló el aula vacía, y sintió desasosiego y más tarde satisfacción al ver como jóvenes llenos de inquietud ocupaban sus sillas e impacientes esperaban con un silencio sepulcral, comenzase con la lección diaria. Pero no todo eran recuerdos gratos, un regusto de amargura le inundó al recordar a un grupo de indolentes que se resistían a aprender para el día de mañana.
Paseó por el jardín ubicado frente al edificio. Acarició el árbol de Matías, "¡dos años jubilado ya!- Exclamó para sí. El de Eloisa, gran profesora en Historia del Arte, El de Gabriel, profesor de literatura... Caminó hasta llegar a su árbol, la emoción humedeció sus ojos. Le acarició con la calidez que se acaricia a un hijo ya crecido y que ha visto su meta realizada. Permaneció abrazado a su árbol no se sabe el tiempo, hasta que una voz gritó: ¡¡Maestro!! Aquella palabra fué como una inyección de adrenalina para seguir caminando, alejándose de aquel jardín con tantos recuerdos guardados.
Fotografías: Mª Jesús (Paradeladecoles)
17 comentarios:
Qué bella palabra es maestro.
Besos.
Pronto habrá un árbol también para mi.
No tienes que agradecer nada, Kety, eres tu quien se incluye al participar.después de haberlo hecho en julio.
Preciosa descripción de la jubilación.
El magisterio no se detendrá, cambiarán los alumnos. ¡Seguro!
que bello relato has creado con la idea de los arboles del instituto de maria jesus .
suerte
Unbesazo
Un precioso relato, que nostalgia da cuando uno se aleja de lo que ha sido su vocación durante la mayor parte de su vida.
El recurso a la referencia de los árboles que hizo Mª Jesús, es encantador.
Yo también participo en el concurso y por eso te deseo mucha suerte.
Un abrazo
La nostalgia de un tiempo de trabajo que hemos dejado atrás, que echemos de menos lo que ya teníamos ganas de dejar porque nos agotaba, se explica porque no hemos sido educados para disfrutar del ocio. Así, un montón de jubilados viven estresados, no dan abasto a tanto compromiso, tantas actividades, y además obligaciones con los nietos.
Convendría, en mi opinión, empezar a educar a la gente para aprovechar los últimos años, para aprender a disfrutar de una vida diferente, eso sí, lúdica y relajada.
Gracias por tus comentarios en mi blog. No me dí cuenta de tu ausencia porque yo también lo estuve.
A mi me enamoró la idea del árbol personalizado y este relato lo acompaña de forma preciosa :)
un abrazo y suerte
Los primeros maestr@ y novi@ nunca se olvidan, muy buena entrada para el concurso de Paradela, nos vemos en la final, un saludo.
Un nostalgico recorrido de un jubilado maestro...
No me presento al concurso.
Gracias por comentar en mi blog.
Que tengas mucha suerte.
Un abrazo.
Muy bien reflejada en esta historia la despedida de toda una vida a la enseñanza, es fácil imaginarse lo que se tiene que sentir en un momento así.
Mucha suerte y un abrazo desde Irlanda.
Muy buen relato, Kety, lleno de sensibilidad.
Que tengas mucha suerte en el concurso.
Un fuerte abrazo.
P.S.- No te preocupes por el comentario que se fue. Ya intuí que era una entrada de prueba.
Mi homenaje a todos los MAESTROS dedicados a la enseñanza -activos y jubilados- por la hermosa tarea que hacéis.
Gracias por vuestras palabras.
Un abrazo
Gracias, Kety,por tu homenaje a esta profesión, últimamente tan vilipendiada, especialmente en Madrid.
Es una idea preciosa lo del árbol. Podría cundir, pero hay centros sin tierra...
Me alegra tu reaparición, besos.
Que bonito relato, y muy bien contado además. Me ha parecido muy tierno.
Un abrazo. Y suerte Kety.
Bonito y tierno homenaje a los maestros.
Un abrazo
Pasaba a saludarte y disfruté con tu relato.
Abrazos.
Joder, Kety y yo jubilado hace tres años y tan contento, sin nostalgias y sin echar de menos a nadie. ¡Qué corazón más duro tengo! pero ¿para qué engañarse? la enseñanza es dura y el adiós a la tiza, una bendición. ¡Ah! y que me quiten lo bailao!seguiré sacando a bailar a mujeres como tu...
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