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30 oct 2010

DON QUIJOTE A LA SIN PAR, DULCINEA DEL TOBOSO







Grabado:
Gregorio Prieto









A Aldonza Lorenzo. " Dulcinea de El Toboso"

No hay árbol sin hojas,
Ni caballero sin amor.
Quizá desde esta razón,
Le ofrezco mis aventuras.

Mi Señora Dulcinea del Toboso:
A estas alturas de la historia,
cuando las fuerzas flaquean,
y se aproxima el final.
Quiero hacerle llegar,
Vos fuisteis el sostén, de todo mí batallar.
Por vos, emprendí mi aventura en mi loco caminar...
A veces desde la locura, otras veces con cordura.
Pues no hay juicio sinrazón
Dedicándole mis batallas como signo de mi amor.

Un amor, que tal vez nadie comprenda
Al final de la contienda se los quería ofrecer.
Pero ya ve, mi señora, según el tiempo avanza.
mi salud ya trastocada, mi intención se ve truncada,
por esta mala salud.

Y truncado queda el más bello de los sueños
Que un caballero andante, jamás tuvo y soñó.

Que fue sólo mi intención, arreglar el universo.
Siendo burla, siendo preso, de aquel que no comprendió.

Todo el planeta comprenda. Esta locura o esta farsa.
Que fue, la que mantuvo y guió a este loco soñador,
Y llegó hasta el final sin conocer a su amada.
Y un ideal sin cumplir.

Sin nada más que decir.
Se despide un caballero, que siempre le ha sido fiel
Soñándola, e imaginándola, la más bella entre las bellas.

Mi deseo siempre fue. Ser su caballero fiel


Suyo siempre:
Alonso Quijano El Bueno. ”Don Quijote de la Mancha”.

10/ 07/2010

Kety Morales


29 oct 2010

DON QUIJOTE Y SANCHO. EL REENCUENTRO

Lectura del Quijote en La Acequia. Capítulo LXXIII 2ª parte

"De los agüeros que tuvo don Quijote al entrar en su aldea,con otros sucesos que adornan y acreditan esta grande historia"














I

Según cuenta Cide Hamete:
A la entrada de la aldea
Dos mochachos en la era
Decían uno al otro:

“No te canses Periquillo,
Que no la has de ver más
En todos los días de tu vida”.

Don Quijote que lo escucha
Lo asocia a sus pensamientos
Exclamando: ¡Has oído Sancho
Las palabras del mochacho!

- Si, y ¿Qué? Respondió Sancho
Quedando más largo que ancho.

- Que nunca más he de ver
A mi amada Dulcinea.

II

En esta plática estaban, cuando,
de la extensa campaña
Una liebre, huidiza de muchos galgos
Hasta ellos se acercaba.

Algo Socarrón Sancho
Cogiendo la liebre dijo:
¡Malum signum! Malum signum!
Liebre huye, ¡Dulcinea no parece!

Señor, por extraño que parezca,
Imagine, que esta liebre, es,
Dulcinea del Toboso
Y los galgos, bellacos encantadores.
Que en labradora encantaron.
A su amada Dulcinea.

Los mochachos de la era,
a ver la liebre llegaron.
Y Sancho les preguntó
de su riña, la razón

El cual sólo consistía
En una jaula de grillos.
Sufragando Sancho Panza
Con unas cuantas monedas
Que, de su faltriquera sacó

Señor, habrá comprobado,
Aunque tonto, imagino
nada tienen de agüeros.
la liebre, y los mochachos
Con los sucesos de antaño.

Recuerdo decir al cura:
“No ser persona cristiana
Ni persona muy discreta
Mirar estas muchachadas”
III

Una vez que entregaron
La liebre a los cazadores
Se adentraron en el pueblo
Y al llegar a un pradecillo
Al cura y al bachiller
Rezando los encontraron.

Sansón Carrasco y el cura
Al verlos aparecer
Acercándose a ellos
fuertes abrazos se dieron.

Sancho Panza había vestido
Al rucio, con la ropa del castillo
Túnica pintada en llamas
Y coroza en la cabeza.

Los muchachos, viendo a rucio
disfrazado de esa guisa.
Y a Rocinante flacucho
Se llamaban entre risas:

- ¡Venid muchachos!
Veréis al asno de Sancho
Más ataviado que Mingo
Y al pobre de Rocinante
Más que antaño enflaquecido

IV

Rodeados de muchachos.
Del cura y el bachiller
Se adentraron en el pueblo
a casa de don Quijote.

Hallabanse en la puerta
el ama y su sobrina.
Que esperaban impacientes.
Sabiendo de su venida.

Teresa Panza también
mal vestida y desgreñada
De la mano de Sanchica
Corrieron para abrazar
Al escudero Sancho Panza.

Al verle desaliñado
Quedaron decepcionadas
Pues habían imaginado
Que llegase disfrazado
De gobernador a la usanza

- ¡Calla, Teresa, calla!
“Que muchas veces, donde no hay estacas, hay tocinos”.
Marchemos a nuestra casa
Que escucharéis maravillas,
Pues ganados por mi industria
Sin hacer daño a nadie
Dineros traigo a raudales.

- Mi buen marido- dijo Teresa Panza-
“Sean ganados aquí, o allí,
Como quiera que haya sido.
No habréis hecho
usanza nueva en el mundo”

Sanchica abrazó a su padre
Preguntando si traía...
Pues como agua de mayo
A su padre recibía.

V

Don Quijote se quedaba
en su casa acompañado
del ama y su sobrina
del cura y Sansón Carrasco.

Don Quijote, impaciente
Apartándose a solas
Con el cura y Sansón
expuso sus pensamientos;
Pasar un año en su aldea
Para cumplir su promesa.
Sin traspasar en un átomo
La orden, de andante caballería.

Ejercitando ese año
El virtuoso ejercicio
de la vida pastoral.
Invitándoles a ellos,
la acción de participar.

Apodándolos con nombres
que de molde les vendría
El cura muy intrigado
suplicó con ironía

Yo, - dijo don Quijote-
Me llamaré Quijotiz
El bachiller, Carrascón
el cura, será Curiambro
y Sancho Panza,
será, Pancino el pastor.

Al ver la nueva locura
De su amigo don Quijote
Pasmados quedaron todos.
Pero con tal de curarle
aceptaron muy “gustosos”

VI

De todos es bien sabido
-Dijo Sansón Carrasco-.
Que soy, celebérrimo poeta.
Compondré a cada paso
Transitando andurriales,
Versos, nobles y pastoriles
Así, que elijan pastora
Para retular en árbol
Como es uso y costumbre
De pastor enamorado.

- Eso esta de molde
- dijo don Quijote-
Yo estoy libre de buscar
Nombre a pastora fingida.
Para mí siempre será,
Dulcinea del Toboso;
Gloria de estas riberas
Adornos de este prado
Sustento de la hermosura
Nata de los donaires.
Dueña de toda alabanza
Por hipérbole que sea.

- Nosotros, buscaremos por ahí
- Dijo el cura-.
Pastoras mañeruelas
Que si no nos cuadraren, nos esquinen.

Y si no las encontráramos
-dijo Sansón Carrasco-:
El mundo lleno está
De nombres estampadas e impresas;
Fílidas, Amaridis, Dianas,
Fléridas, Galateas, Belisardas.
Si en la plaza en venta están.
También podremos comprarlas.

-Si mi dama o mi pastora
–añadió el bachiller-:
Se nombrare como Ana,
Como Anacarda sería
Si Francisca se nombrara
Francenia la llamaría
Y si llamase Lucía.
Lucinda la nombraría

Y si en esta cofradía
Sancho Panza ha de entrar
Nombraría a Teresa
La pastora Teresaina.

Don Quijote se reía
Con los nombres aplicados.
El cura. todo alabó
su compañía ofreciendo
Mientras durase el momento
de cumplir obligaciones.
Despidiéndose de él,
deseándole salud.

VII

El ama y su sobrina
La plática escucharon.
Cuando a solas quedaron
La sobrina preguntó:
- “Señor tío, ¿qué es esto?
De meterse en laberintos;
“Pastorcillo tu que vienes,
Pastorcillo tú que vas”
No ve que usted ya no está
En verdad para zampoñas.

A lo que el ama añadió:
-¿Podrá pasar en el campo
Las siestas del verano,
Los serenos del invierno,
Y los aullidos de lobos?
Señor, El oficio de pastor
Es para hombres robustos
Curtidos, y criados
desde fajas y mantillas.
Para tales menesteres.
Y si me diera a elegir,
Mal por mal, es preferible
Caballero andante que pastor.

Por cincuenta años que vivo
Aunque en ayunas me encuentro
no, harta de pan y de vino.
un consejo voy a darle:
Confiésese a menudo,
Y atienda su hacienda.
Favorezca a los pobres
Y estése en su casa quieto.

- ¡Callad, Callad, hijas!
-Respondió don Quijote-.
Yo se bien lo que me cumple.
Por favor, llevadme al lecho.
Sea pastor o caballero andante
Siempre cumpliré
como hubiere menester.
Y vosotras, por mi obra lo veréis.

Quedando así recibiendo regalos
Y atenciones de su ama y su sobrina.

Kety Morales
"El Quijote en verso"
24/10/2010

21 oct 2010

DON QUIJOTE REGRESA A SUS ORÍGENES

Lectura del Quijote, en La Acequia. Capítulo LXXII 2ª parte

“De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea”
















I

Don Quijote y Sancho Panza
En el mesón esperaban
a que llegase la noche.
Sancho, por acabar
su tarea de azotarse
Don Quijote, ver su deseo cumplido.

Un caballero a caballo
al mesón se presentó
Con tres o cuatro criados,
uno de ellos habló:
Señor, don Álvaro Tarfe,
la siesta puede pasar
La posada está muy limpia,
y fresca, para poder descansar.

II

-Sancho, creo recordar
en hojas de nuestra historia.
de pasada haber leído
el nombre de este señor.

-No se preocupe señor,
dejémosle apear
Ya me ocuparé yo,
su nombre averiguar.

Se apeó el caballero.
Una sala enjaezada
con sargas también pintadas,
lindando con don Quijote
la huéspeda le ofreció

III

Don Quijote paseaba
por el portal del mesón
Acercándose a él,
don Álvaro preguntó:

- Vuestra merced, gentilhombre,
¿A dónde bueno camina?
-A una aldea señor,
que cerca de aquí está.
De donde soy natural.
¿Y vos, a dónde camina?

-Yo señor, me dirijo a mi patria que es Granada.

-¡Buena patria! Exclamó don Quijote.
Pero dígame su nombre.

-Don Álvaro Tarfe,
respondió el caballero

-Aquel don Álvaro Tarfe
¿El mismo que anda impreso,
en la segunda parte de
Don Quijote de la Mancha.
Dada a luz por un escritor moderno?

-El mismo, amigo del personaje
principal de la historia.
Llamado don Quijote de la Mancha.
Yo, le invité a Zaragoza,
le presenté amistades,
y evité, palmease el verdugo sus espaldas
por ser, bastante atrevido.

-Dígame ¿Me parezco yo en algo
a ese tal don Quijote
que dice vuestra merced?

-De ninguna manera,
respondió el señor.

-Don Quijote al que alude,
¿Le acompañaba un escudero
llamado Sancho Panza?

-Ya lo creo que traía,
con fama de ser gracioso
Aunque he de confesarle,
que nunca le escuché.


Eso creo yo también
–respondió Sancho-.
El Sancho que nombra usted,
pertenece a un bellaco.
Yo soy, el verdadero Sancho,
con más gracias que llovidas,
y si anda tras de mí, verá,
se me caen a cada paso,
logrando hacer reír
a quien quiere escuchar.

Y el verdadero don Quijote de la Mancha;
El famoso, el enamorado
El valiente, el discreto.
El desfacedor de agravios
Tutor, de huérfanos y pupilos
El que ampara a las viudas
El matador de doncellas
El que siempre fuere fiel
a la sin par Dulcinea del Toboso.
Es este, aquí presente

Y cualquier otro Quijote
u otro Sancho Panza hubiere
es cosa de sueño y de burlería.

- Por Dios, que así lo creo yo
Que en cuatro razones dichas
habéis soltado más gracias
Que el Sancho que digo yo.

- Pues tenía, más de tonto que gracioso
De comilón, más que de bien hablado.
Y no me cabe la duda
de que un encantador
que persigue a don Quijote
y me persigue a mí.
Lo dejó en Casa de Nuncio
para que se cure bien.

IV

- Quiero que sepa señor, no sé,
si soy bueno o soy malo
Una cosa le diré,
a Zaragoza nunca llegué,
por no descubrir mentiras.

A Barcelona marché;
Archivo de cortesía
Albergues de extranjeros.
Hospital para los pobres
Patria de los valientes
Venganza de ofendidos
Gratitud de amistades.

Lugar, de belleza única.
Y aunque sufrí pesadumbres
con mucho gusto los llevo
Sólo por haberla contemplado.

Señor don Álvaro Tarfe,
Soy, el que tiene tanta fama
Y no, ese desventurado
que quiere usurpar mi nombre
Y con mis pensamientos honrarse.
Suplico a vuestra merced,
declare ante el alcalde.
No somos los personajes
impresos, en la segunda parte
de ese tal aragonés

- De buena gana lo haré
–don Álvaro respondió-
Pues causa admiración,
ver, dos Sanchos y dos Quijotes
conformes y diferentes.
Afirmaré, no haber visto ni oído,
lo que aquí he visto yo.

-Vuestra merced –dijo Sancho-.
Debe de estar encantado al igual que Dulcinea
Y si es así, tres mil azotes me diera.
Y sin ningún interés.

- No entiendo, de azotazos
–dijo don Álvaro-

-Muy largo es de contar
–Sancho le respondió.

V

Don Álvaro y don Quijote
comían juntos los dos.
Cuando en el mesón entró,
el alcalde de ese pueblo
Junto a un escribano,
haciendo una petición:

Reconociese don Álvaro,
el Quijote que se hallaba
No era el don Quijote
impreso de Avellaneda
Natural de Tordesilla,
historia intitulada.

Quedando así la acción,
Jurídicamente plasmada.
Como debía hacerse,
Quedándose complacidos
don Quijote y Sancho Panza


Don Álvaro y don Quijote
Mostrándose cortesías,
En las cuales el manchego
mostraba su discreción.
Desengañando a don Álvaro
y creyera en su error.
Debía estar encantado.
por saludar a dos contrarios
Quijotes y Sancho Panzas

VI

A la hora de la tarde
don Álvaro y don Quijote
Del mesón, se disponían
regresar a su lugar.

En el camino andado,
don Quijote le ha contado
El caso de Dulcinea,
y su triste vencimiento.

Y a unas leguas caminadas,
Ambos se han de separar.
Admirándose don Álvaro,
De tanta cordialidad
Despidiéndose al final.

VII

Don Quijote y Sancho Panza
prosiguieron su camino.
Descansando en la noche,
entre una gran arboleda
donde Sancho Panza pueda,
cumplir con su penitencia.

Embaucado don Quijote
Controlaba los azotes
Hasta contar los tres mil
antes de asomar el sol.

VIII

Prosiguiendo su camino,
platicando como amigos
Lo bien que había acabado
dicha declaración.

Caminaron día y noche
sin nada de que hablar.
Sancho, finalizó su tarea.
Don Quijote, anhelando
que llegase el nuevo día
y ver a su Dulcinea, que,
Por muchas mujeres viera,
seguro, distinguiría.

IX

Con estos pensamientos
y deseos caminaban
Al llegar a una loma,
Divisaron su aldea.

Hincándose de rodillas,
Sancho Panza exclamó:
- ¡Deseada patria!
Abre los ojos y mira
A tu hijo Sancho Panza,
De nuevo regresa a ti,
Si no, muy rico, bien azotado.

Extiende también tus brazos
a tu hijo don Quijote.
Si acaso viene vencido
por intrusos forasteros
Viene también
orgulloso de sí mismo.

Según me ha confesado
Su mayor vencimiento es:
“Dineros llevo, porque,
si buenos azotes me daban
Bien caballero me iba”.

-¡Déjate de sandeces!
Dijo don Quijote
Pongamos el pie derecho
y entremos en nuestra aldea.

Demos vado a nuestro sueño.
Haciendo vida pastoral
cómo un día, planteamos
y lograr ejercitar.

Y con esta reflexión,
Caminaron cuesta abajo.
Alcanzando su aldea
Como un sueño final.

Kety Morales

“El Quijote en verso”

9/10/2010

15 oct 2010

DON QUIJOTE REGRESA AL FIN A SU ALDEA

Lectura del Quijote en La Acequia, Capítulo LXXI
“De lo que a don Quijote le sucedió con su escudero Sancho yendo a su aldea”






Grabado:
Gregorio Prieto









I

Vencido y asendereado
caminaba don Quijote
con sus propios pensamientos.
Triste, por haber sido vencido.
Alegre, por la virtud de Sancho
Resucitando a Altisidora
Aunque sus dudas tenía,
por si todo era teatro.

Sin embargo Sancho Panza
Se mostraba disgustado
Al ver que Altisidora
las camisas prometidas
aún, no le habían llegado.

- Señor, ha de saber, que soy
El “médico” más desgraciado.
Pues médicos en activo
que con matar al que curan
quieren ser remunerados
consistiendo su trabajo,
firmar una cedulilla
de unas medicinillas, que,
ni ellos han fabricado,
¡Qué las hace el boticario!

Sin embargo a mí,
gotas de sangre me cuesta.
Mamonas, pulgaradas,
azotes y alfilerazos.

Además de no cobrar,
Señor, voto a tal,
Si he de curar otro enfermo
Primero he de cobrar.
“Que el abad, donde canta yanta”

- Tienes toda la razón, amigo Sancho.
Muy mal por Altisidora.
Por no haberte mandado
Las prometidas camisas.

II

Sancho,
puesto que tú ya dispones
De todo el dinero mío,
Si quisieras azotarte
Por el bien de Dulcinea
cóbrate como es debido.

Viendo Sancho que la paga
la tenia a su alcance.
Se ofreció sin un remilgo
Por Dulcinea azotarse.

No sin antes explicar
Lo que le lleva a la acción;
Su mujer Teresa Panza,
sus hijos, y mucho amor

-¿Cuánto me pagará,
por cada azote que me diere?

- Sancho, si tuviera que pagarte
La grandeza y calidad del remedio;
El tesoro de Venecia, las minas del Potosí
Fuera todo tan poco, para pagarte a ti.

Sancho, oyendo a don Quijote
Las orejas y los ojos
De un palmo los abrió.
Dando su consentimiento
De gana y de corazón.

- Señor, como llevo ya, unos azotazos dados
Y aun quedan, tres mil trescientos
Igual, a tres mil trescientos cuartillos.
Equivalen a mil quinientos, medios reales.
Que hacen, setecientos cincuenta reales.
Y juntando los trescientos, hacen setenta y cinco reales
Juntándolos a los setecientos cincuenta
Hacen un total de, ochocientos veinticinco reales.
Y si es así, rico a casa entraré.

- ¡Oh Sancho amigo!
Dulcinea y yo estaremos
Por los días que nos queda
a servirte obligados.

En volviendo ella a su ser
Su desdicha será dicha.
Y, si abreviares a azotarte
Te añado unos cien reales.

-¡Cuándo quiera mi señor!
-Exclamó Sancho Panza-
Sin falta será esta noche.
Solo quiero campo abierto
Y yo me abriré mis carnes.

III

Llegó la noche esperada
Por don Quijote ansiada
Como un enamorado.
Pareciéndole que a Apolo
sus ruedas habían quebrado
alargándose el día, y la noche,
tardaba más en llegar.

Desviándose del camino
Entre los frondosos árboles
Desunciendo, a rucio y a Rocinante
Y después de haber cenado.
Sancho, se retira de su amo
Para poderse azotar.

Don Quijote que le vió
Con denuedo y con brío
Caminar entre unas hayas
Unas palabras le dijo:

-Amigo Sancho, procura
Tus carnes no hacer pedazos.
No apresurar la carrera
Para llegar al final.

Yo desde aquí contaré
Con las cuentas del rosario
Los azotes que te das.

IV

A unos cuantos azotazos
Sancho ya no puede más.
Buscando una estrategia.

-“Al buen pagador,
no le duelen prendas”
-Dijo sancho-.
Por lo que pienso azotarme
De forma que no me duela.

Azotando a los árboles.
Sin darse cuenta su amo
y burlado una vez más.


Arremetiendo una haya
Mientras un suspiro daba,
Comprendiendo que la burla
Bien pagada no estaba.
Sancho Panza exclamó:

- Señor, entiendo que los azotes
Debe pagarlos a más,
En vez de ser a cuartillo,
Mejor, a medio real.

V

Don Quijote al escucharlo
Mientras cuenta los azotes
Le anima no desmayar.
Aunque también reconoce,
la acción, no está pagada
Doblando su cantidad.

Al escucharlo Sancho Panza
dijo: “¡A la mano de Dios,
y lluevan los azotes!”

Muy astuto Sancho Panza
En vez de azotar su espalda
A los árboles le daba
mientras soltaba un suspiro
que el alma le arrancara.

Don Quijote temeroso
que acabase con su vida
sin finalizar la acción,
decidió interrumpirla.

Amigo Sancho,
Zamora, no se ganó en una hora.
Mil azotes he contado
Y tú muy bien lo sabrás.
El asno puede con la carga
Pero no, la sobre carga.

- Señor, no diga eso de mí.
“A dineros pagados, brazos quebrados”
Así que, aparte de aquí
Mi promesa he de cumplir.

- Que el cielo te acompañe,
Y pégate cuanto quisieres
Que yo me aparto de aquí.

Con tanto brío azotaba
los árboles Sancho Panza,
que sin corteza se hallaban

Exclamando al golpear:
¡”Aquí morirá Sansón,
Y cuantos con él son”!

Al escuchar don Quijote
Esa lastimera voz
a la vez que el azotazo,
a Sancho se dirigió:

- Que no permita la suerte
Por culpa de mis deseos
pierdas la vida en ello
Pues tienes mujer e hijos
Y una vida por delante
A los que has de servir.

Que Dulcinea espere
una mejor coyuntura
Yo, contendré la esperanza
Y este negocio concluya
Mientras tanto, amigo Sancho
Recobra tú, nuevas fuerzas

-Si es eso lo que prefiere
En buena hora lo haré.
Señor, a chorros estoy sudando.
Écheme su ferreruelo
Que no quiero resfriarme.
Que un nuevo disciplinante
corre el mismo peligro

Aun quedándose en pelotas
Don Quijote le abrigó.
Sancho Panza muy tranquilo
Hasta el alba se durmió.
VI
Amanece un nuevo día.
Don Quijote y Sancho Panza
Tras caminar unas leguas
Llegaron a un mesón,
como tal, don Quijote lo admitió
Sin tomarlo por castillo
como en otra ocasión;
Con un puente levadizo
Torres, almenas, rastrillos...

La sala que se alojaban
tenía guadameciles
Con sargas viejas pintadas
A la usanza de aldeas.

En una de ellas pintada
Estaba el robo de Elena
llevada a Melanao
sonriéndose a socapa

En otra sarga pintada
Eneas en una torre.
El rostro lleno de lágrimas
Haciendo señas a Dido.
Que en un bergantín huía.

-Estas dos señoras fueron
-dijo don Quijote-:
Desdichadas, por no haber nacido ahora
De ver yo, a estos señores
Ni Troya fuera quemada
Ni Cartago destruida
Pues en matando a Paris
Desgracias se habían ahorrado.

VII

-Yo le apuesto mi señor
- Sin que pase mucho tiempo
Que no habrá bodegón,
En ventas y en mesón
Pintadas nuestras hazañas.
¡Eso sí! El que las pintare,
Que sea mejor pintor
Que el que ha pintado estas.

- Mucha razón tienes, Sancho
El pintor de estas sargas
Será, como Orbaneja.
Pintor nacido en Úbeda,
Cuando alguien preguntaba
Qué era lo que pintaba,
respondía: “lo que saliere”
Certificando al final, ponía:
“Este es gallo” así, no lo confundían.
Ni le preguntaban más.

Al igual que el pintor,
le ocurre al escritor,
dando a luz a un Quijote
diciendo lo que quisiere
como un tal Mauleón,
pues alguien le preguntó:
Qué era “Deum de deo”
“De donde diere” contestó.

Dejando esto aparte,
Dime Sancho, en el campo o en tu casa,
cuando piensas azotarte.

-¡Pardiez, señor!
No importa el lugar
Pero si es, entre árboles
La cosa mejor saldrá.

- Como falta ya muy poco
Para llegar a la aldea
Te propongo que en tu casa
Concluyas con la tarea.

Sancho respondió tranquilo
Que se haría a su gusto
Pero por él, prefería
Concluir con brevedad.
- “A sangre caliente cuando está caliente el molino”
“En la tardanza suele estar el peligro”
“A Dios rogando, y con el mazo dando”
“Más vale un toma, que dos te daré”
“Y el pájaro en mano, que buitre volando”.

¡No más refranes, por un solo Dios!
Dijo don Quijote-, reprendiendo a Sancho Panza-.
Habla a lo llano, a lo liso
Y no a lo intrincado, como siempre te he dicho.
Y verás como te vale, un pan por ciento.

- ¡Mala ventura esta mía!
Refunfuñaba Sancho-.
Pues no se decir refrán sin razón,
Ni razón que parezca refrán.
Por los días que me quedan
Me trataré de enmendar.

Llegando así, esta plática al final

Kety Morales

“Don Quijote en verso”

8/10/10

8 oct 2010

DON QUIJOTE SE DESPIDE DE LOS DUQUES

Lectura del Quijote en La Acequia: Capítulo LXX 2ª parte

“Que sigue al de sesenta y nueve y trata de cosas no escusadas para la claridad desta historia”







(Don Quijote.
Ilustración Alaminos)









I

Sancho hubiera deseado
Dormir solo en una choza
A tener que compartir
con su amo la carriola.

Se temía Sancho Panza,
al dormir con don Quijote
Le acosaría en preguntas
O insistiese en los azotes

-Sancho, ¿qué opinas deste suceso?
Como habrás comprobado
A Altisidora ha llevado
Sin saetas ni espadas,
A la muerte, el desdén de mi amor.

-Enhorabuena ella muera,
-dijo Sancho-.
Pues yo, no la enamoré.
Tampoco la desdeñé.
Tal vez por eso reniegue
Sus antojos y caprichos.
Y los martirios que pasé.

Al verle tan enojado
don Quijote respondió:
-Sancho amigo, duerme,
Que tras los alfilerazos
Y mamonas recibidas
Bien lo tienes merecido.

-Señor ¡No me hable de mamonas!
Por recibirlas de dueñas
No hay para mi afrenta
Que me pueda doler más.

Y déjeme descansar
“Porque el sueño es alivio
De las miserias, de los que
las tienen despiertos”

-Así sea, y Dios te acompañe
Dijo don Quijote
Durmiéndose a la vez.

II

Cuenta Cide Hamete
Autor de esta historia:
Vencido Sansón Carrasco,
Quien informa a los duques
De las chanzas anteriores;
El Caballero de los espejos.
El de la Blanca Luna.
Dulcinea Encantada
La carta de Teresa Panza
Y el vecino Tomé Cecial.

Urdieron la nueva trama
Atrapando a don Quijote
Y su escudero Sancho Panza
Para poderse burlar.

Cide Hamete añade más:
Si tonto y loco es el burlado,
el burlador, lo es más.

III

Sancho duerme a sueño suelto.
Mientras tanto don Quijote
Da rienda a sus pensamientos.
Hasta amanecer el día.


De nuevo Altisidora
En complot con sus señores
Coronada con guirnaldas
Vestida, de tafetán níveo
Sembrada de flores de oro.
En un báculo sentada
de fino ébano negro.
Entra en el aposento
que don Quijote se halla .


Don Quijote, al verla aparecer
Turbado y muy confuso
cubriéndose hasta las cejas
no sabe qué responder

Sin embargo Altisidora
Se acercó a su cabecera.
Sentándose en una silla,
después de un gran suspiro
con voz tierna comenzó:

-Si mujeres principales
y recatadas doncellas
airean sus sentimientos,
en estrecho término se hallan.

Es por eso, Don Quijote de la mancha
Yo, soy una de ellas,
vencida y enamorada
a la vez, sufrida y honesta.
Que por ser un tanto así,
casi la vida perdí.

¡Oh, más duro que mármol,
empedernido caballero!

De no ser por su escudero
aún, seguiría allí.

- Si es así - preguntó Sancho-:
¿En el otro mundo, qué vio?
¿Hay infierno en la otra vida?
Según he oído decir,
quien muere desesperado
al infierno ha de ir.

-No debí morir del todo.
Contestó Altisidora
Porque de haber sido así.
no volvería a salir.
En la puerta del infierno observé
unos cuantos diablillos
en calzas y en jubón.
En las manos artilugios
como unas palas de fuego
jugando a la pelota,
pero en lugar de pelota,
cosa maravillosa,
jugaban con unos libros,
llenos de viento y borra,

Perdedores y ganadores
ninguno se alegraba.
Todos, todos se maldecían,
gruñían y regañaban.

-Normal – dijo Sancho-.
entre diablos, jueguen,
pierdan o ganen...
nunca, contentos estén.

-Una cosa que me admira
-dijo Altisidora-.
Digo, que me admiró.
De un voleo, un libro,
flamante encuadernado.
de un papirotazo,
sus tripas le arrancaron
y sus hojas por el suelo esparció

Un diablo a otro dijo:
-¡Mirad qué libro es ese!
El diablo respondió:
“La Segunda parte de la historia
Don Quijote de la Mancha”
No escrita por Cide Hamete
Sino, por un tal aragonés
natural de Tordesillas.

-¡Metedle en los abismos del infierno!
¡Que no lo vean mis ojos!
- Tan malo es, -contestó otro-.
¡Peor, no podría ser!

-Es tanto amor el que siento
Por mi señor don Quijote
Que retuve en mi memoria
Los gritos de aquella acción.

- No hay otro yo en el mundo
-dijo don Quijote-.
Ni soy, de quien esa historia trata.
Que de mano en mano va.

No me altero al oír que me hallo
en las tinieblas del abismo
ni por la claridad de la tierra.
Si la historia de la que hablan
fuere fiel y verdadera
siglos de vida tendrá.
Si acaso fuere tan mala:
de su parto a la sepultura
corto el camino será.

IV

-Señora, cuantas veces habré dicho
el pesar que me produce
que hayáis colocado en mi
vuestros libres pensamientos.
Es tanto el desengaño
que debéis sufrir por mí
por vuestra honestidad
os ruego que desistáis.

Los hados si los hubiera
me dedicaron a ella.
No hay ninguna Hermosura
comparada a mi señora
Dulcinea del Toboso.

Altisidora enojada
Contesta a viva voz:

“¡Vive el señor bacallao!
¡Alma de almirez!
Si arremeto contra vos,
os tengo de sacar los ojos.
¿Pensáis acaso, don vencido
y a palos molido, que yo,
me he muerto por vos?

Todo lo que en el patio vio,
¡Todo!, ha sido fingido.
No soy mujer que se muera,
y menos, por un desvalido.

-Eso también creo yo
-Dijo Sancho-.
Que de amor, nadie se muere.
Una cosa es decir, y otra,
lo que se hiciere

V

A la plática de ellos
se añadió el cantor
con una reverencia dijo:
-Vuestra merced caballero
me tenga entre sus mercedes
por ser un aficionado
a su fama y sus hazañas.

-Si he de corresponderle
-dijo don Quijote-
Con toda mi cortesía
dígame antes quien es.

El mozo le contestó:
El cantor que en el patio
a Altisidoa entonó.

-Vuestra merced,
tiene extremada voz.
Pero, ¿Qué tiene que ver
Garcilaso de la Vega
con lo que allí ocurrió?
El músico respondió:
- No se extrañe señor.
Entre los muchos poetas
intonsos de mi edad.
“Escriben como quisieren,
Y hurte de quien quisiere”
Venga, a pelo o no.

VI

Interrumpieron la estancia
el duque y la duquesa
disfrutando larga plática;
Sancho, con sus donaires,
malicias y agudezas.

Don Quijote pide al duque
para marchar, su licencia.
Por así considerar
que un caballero vencido
en zahúrda ha de habitar
y no, en palacios o castillos.

La duquesa insistió
preguntando a don Quijote
de Altisidora guardaba
sus gracias, y sus amores.

-Los males de esta doncella
-aconsejó don Quijote-.
Nacen de la ociosidad.
Ocúpela en las randas.
Que, en moviendo los bolillos.
su imaginación no moverá.


-No he visto en toda mi vida
-Añadió Sancho-.
Randera, que por amor haya muerto.
Pues ponen su pensamiento
en acabar su tarea, que pensar en el amor.

Y lo digo con razón.
Que mientras estoy cavando
no me acuerdo ni de oislo
de mi mujer Teresa Panza
es, lo que más quiero yo.

-Así lo haré, la duquesa afirmó.
-No hay para qué señora
-contestó Altisidora-.
Todas las crueldades
que este malandrín causó.
borraré de mi memoria.

-“Por aquel que dice injurias
Cerca está de perdonar”
-Añadió el duque-.

Fingiendo Altisidora
unas lágrimas limpiarse
haciendo una reverencia
del aposento salió.

-Mándote, - dijo Sancho-.
Mala ventura, alma de esparto
de encina el corazón.
“¡A fe, que si la hubieras conmigo,
otro gallo te cantara!”

Don Quijote se vistió, y
tras comer con los duques,
aquella tarde partió.


“El Quijote en verso”
Kety Morales

2/9/2010

6 oct 2010

HAY DÍAS ESPECIALES. HOY ES UNO DE ELLOS

















A mi nieta Alicia

Hoy el cielo ha despertado con un color especial
Una estrellita, que brilla más que un lucero
Cumple un añito más.
¡¡Felicidades mi niña!!
Por tus seis años de vida
Por darnos, tanta felicidad.

Te quiero
Besos

1 oct 2010

HUMILLACIÓN A SANCHO PANZA, Y EL DESENCANTAMIENTO DE ALTISIDORA

Lectura del Quijote en La Acequia. Capítulo LXIX 2ª parte

"Del más raro y más nuevo suceso que en todo el discurso desta grande historia avino a don Quijote"















Fotos: Internet













I

Casi en volandas al patio,
entraron, don Quijote
y Sancho Panza.
En el patio está dispuesto
Representar nueva chanza

Colocadas en blandones
En él lucían cien hachas
Y quinientas luminarias
Lucían en corredores.

Aunque la noche era oscura
no se echaba en falta el día.
En medio del patio había
un magnánimo escenario.
Como dos varas del suelo
Terciopelo negro el palio

Alrededor del dosel
Iluminando la estancia
De blanca cera los cirios,
arden, en candeleros de plata

Sobre el túmulo, inerte,
una hermosa doncella,
que competía por bella
hasta con la propia muerte.

Coronando su cabeza,
de flores una guirnalda.
Reposando sobre el pecho
sus manos con una palma

II
En un ángulo del patio
instalado hay un teatro
Y en unas sillas sentados
personajes figurados.

Junto a ellos, otras sillas
para don Quijote y Sancho.
Tras ellos, el duque y la duquesa
llegan bien acompañados.

Aunque les mandan callar,
Don Quijote y Sancho Panza
corresponden a los duques
con reproches por igual.

III

Don Quijote amedrentado
no pueden decir palabra
Observa a Altisidora
en el palio “expirada”.

La farsa daba comienzo
disfrazando a Sancho Panza
Sayo de bocací negro,
de fuego, pintado en llamas
supliendo la caperuza
por la famosa coroza
a modo del Santo Oficio
advirtiendo por su bien
no despegase los labios
o la vida a de perder.

Sancho Panza que se ve,
vestido envuelto en llamas
La coroza se quitó
Y al ver que no le quemaban,
dos ardites le importaba
la vestidura en si.
Exclamando a viva voz:
“¡aún bien que ni ellas me abrasan,
Ni ellos me llevan!”.

Don Quijote le observaba
y al verle con esa guisa
aunque estaba amedrentado
no pudo evitar la risa.

IV

El silencio es absoluto.
Bajo el túmulo se escucha
el sonar de unas flautas.
Un hermoso mancebo
vestido como romano
con una voz armoniosa
Entonaba al son del arpa
acercándose al “cadáver”
dos estancias le cantaba

“En tanto que si vuelve Altisidora
Muerta por la crueldad de don Quijote
Y en tanto que en la corte encantadora
Se vistieren las damas de picote...”

"...Libre mi alma de su estrecha roca,
por el estigio lago conducida,
celebrándote irá, y aquel sonido
hará parar las aguas del olvido".

En su canto exponía
Las gracias de Altisidora
Que aunque vida no tenía
Por su fama aún vivía.

De repente un personaje
del linaje de los “reyes”
voz en grito interrumpió
las palabras del cantor.


Minos y Radamantos
forzaban a Sancho Panza
por el bien de Altisidora
someterse a nueva chanza
devolviéndola a la vida.

Radamantos da la orden
De aplicarle a Sancho Panza
Con veinticuatro mamonas
y en el lomo y los brazos,
con unos doce pellizcos
Y unos seis alfilerazos.

Don Quijote le anima
Pues en él está la vida
De una doncella más

Sancho Panza en desacuerdo
Por aquel maldito juego
No hace más que renegar
no consiente que las dueñas
su cara manosear.

"¡Esas burlas, a un cuñado,
que yo soy perro viejo
y no hay conmigo, tus, tus!"

Radamantos indignado
grita en alta voz:
-¡Ablándate tigre!
¡Humíllate Nembrot!
¡No te piden imposibles!
¡Y evita averiguar
entresijos de negocios,
o, acrebillado te verás!

Ya se acercaban las dueñas
a Sancho dar su martirio.
con las muñecas en alto
con olor a vinagrillo.

¡¡Vasta ya!! -Exclama Sancho-
¡Afuera ministros infernales!
¡Que no soy de bronce
para sufrir martirios tales!

V

Altisidora,
Cansada de descansar
Hace un leve movimiento
Los circunstantes al verla
gritaban:
¡Altisidora vive!
¡Viva Altisidora!

Asignando a Sancho Panza
Nuevo desencantamiento.

Radamanto ordena a Sancho
Que depusiese la ira
Con su intento había logrado
La chanza, estropeado.
Cuando don Quijote vio
Rebullir a Altisidora
Se arrodilló ante Sancho
Rogándole una vez más
cumplir con sus azotazos
y Dulcinea desencantar.

A lo que Sancho responde:
-No estaría bien señor,
Que después de las mamonas,
Pellizcos y alfilerazos,
Tuviese bien de azotarme
Por el bien de su señora.

VI
Mientras tanto Altisidora
En el túmulo se sienta
Sonando al mismo tiempo
Las flautas y chirimías
Y las voces aclamando:

¡Viva Altisidora!
¡Viva Altisidora!

Levantaronse reyes y duques
Minos y Radamantos
Junto a don Quijote y Sancho
Para dar recibimiento
A la bella Altisidora.

Simulando desmayada
a los reyes se inclinó
de través de don Quijote
Altisidora confesó:

- “Dios te perdone,
caballero desenamorado.
Por tu crueldad he estado
visitando el otro mundo
parecieronme mil años"

Y dirigiéndose a Sancho:
- A ti, generoso escudero.
por la vida que poseo
te agradezco lo que has hecho.
Te regalo seis camisas.
Que si no son todas sanas
Al menos son todas limpias.

Sancho agradecido,
con la coroza en las manos
y rodillas en el suelo
intenta besar sus manos.

En ese instante el duque
ordena quitarle a Sancho
la ropa pintada en llamas
de nuevo vistiendo el sayo.

Sancho Panza le suplica
le de, la ropa y mitra
para llevarla a su aldea
como señal del suceso.

La duquesa con agrado
aceptó su petición
De Sancho era amiga
sin ninguna condición.

VII

El duque, ordenó tajante
El patio desalojar.
A todos a sus estancias.
A Sancho y a don Quijote...

¿A dónde los llevarán...?

“El Quijote en verso”
Kety Morales

28/9/2010